jueves, 28 de febrero de 2019

Saberes y experiencias en orientación escolar

26 de feb. Día Nacional del Docente Orientador

Día Nacional del Docente Orientador
Oscar G. Hernández[1]
Profesor Universidad Pedagógica Nacional

El sociólogo canadiense Maurice Tardif nos enseña sobre la relación entre los maestros y sus saberes. Él indica que lo que sabe un maestro es una amalgama entre los campos de conocimiento universitarios, los propios de su disciplina, la manera en que incorpora los lineamientos de las políticas educativas, y aquellos saberes que se construyen en la experiencia cotidiana.

Si lo pensamos con detenimiento, para el caso de los orientadores y las orientadoras escolares, esto adquiere una relevancia especial. Las investigaciones que realizamos recientemente en la Universidad Pedagógica muestran que los orientadores saben más cosas de las que son conscientes. Dicho de otra manera: ustedes tienen un conjunto de saberes muy importante que poco a poco se está formalizando.

Una muestra de esto son las publicaciones que con gran esfuerzo y entereza se han divulgado últimamente, entre ellas,Pasado presente de la orientación escolar en Bogotá y Colombia Rol y sentido de la orientación en Colombia, ambas escritas por orientadores de la ciudad. En sus páginas se leen ideas y concepciones sobre la escuela, los orientadores, los estudiantes, la familia, etc., que en sí mismas exhiben reflexiones sobre lo que significa orientar en nuestro contexto y en nuestra escuela. ¡A sus autores felicitaciones!

Seguramente circulan entre ustedes muchas más producciones, en las que se plasman pensamientos y anécdotas de distinto tipo. Todas valiosas porque se originan desde la propia institución escolar. Esto es muy importante, sobre todo, porque en la investigación educativa de nuestro país ha prevalecido la prescripción sobre la descripción; es decir, sabemos mucho sobre lo que debería ser nuestra escuela y sabemos poco sobre lo que realmente es nuestra escuela.

A este respecto, vale la pena preguntarse hoy por el lugar de la orientación en esta institución. En una entrevista del año pasado, una orientadora vinculaba su actividad cotidiana con los problemas sociales del país. Ella nos decía:

“Yo parto de un principio: Cualquier cambio social, político o económico que busque un país o una región o una ciudad, solo se centra en la educación. Si no invertimos en la educación nunca vamos a dar el cambio. Pero no es solamente la educación, sino que de todas maneras la sociedad trae una carga. Los orientadores somos los que estamos recibiendo en la espalda todos los conflictos sociales de esta sociedad ¡Así de sencillo! ¿En dónde están todos los problemas de la sociedad?: en la escuela. Entonces ¿si no hay quién mitigue?, ¿no hay quién ayude?, ¿no hay quién oriente a padres, a niños, a la misma sociedad?¡Fritos! La sociedad se está conteniendo por los orientadores, sean psicólogos, sean psicopedagogos, sea terapistas ocupacionales, sean reeducadores. No importa. Todos hacemos lo mismo.”

Si esto es cierto en todos los casos, orientar se convierte en un peso muy difícil de tolerar. Por eso también creemos que debe prestarse atención a la salud mental de los orientadores porque, al fin y al cabo, todos los que cuidan necesitan cuidado.

Pero más allá de los casos individuales, todos importantes, les invito a pensar un momento en el sentido sociológico de la práctica de la orientación. Ya hace algunos años, el Grupo Federici de la Universidad Nacional llamaba la atención sobre la conveniencia de debilitar las fronteras de la escuela, para articular las culturas escolares y las extraescolares. ¿Acaso esto no es lo que nos estaba señalando la orientadora en el fragmento de la entrevista? Ni los niños, ni los maestros, ni ustedes, dejan en la entrada de sus colegios parte de su identidad, ni parte de su subjetividad.

Con cada taller, cada entrevista, cada reunión con padres y madres de familia, y en general, con cada actividad que ustedes realizan en sus respectivas instituciones, se está produciendo un tipo específico de individuo que indirectamente refleja las condiciones sociales contemporáneas. Para todos es claro que hoy la escuela opera como un lugar de contención emocional para los estudiantes. Entonces cabe preguntarse ¿En la actualidad en dónde se presta más atención afectiva a los niños y a los jóvenes que en la escuela?

Esto atañe también a la clásica relación entre la institución escolar y la institución familiar. En el trabajo de campo que realizamos pudimos constatar la ausencia, física y simbólica, de la familia en la crianza de los estudiantes. En ocasiones porque sencillamente los padres y las madres no están, y en otras porque delegan la responsabilidad a otras personas, a veces contratadas, mientras ellos atienden las actividades y las urgencias laborales. Además, quienes más asisten a las escuelas de padres son quienes menos lo necesitan.

En todo caso, el tipo de producción social de individuos contemporáneo presenta una paradoja muy elaborada que afecta nuestro bienestar y, por consiguiente, valdría la pena tenerse en cuenta cuando se orienta a otro. Se trata de lo que el filósofo surcoreano Byun Chul Han denomina autoexplotación, que deriva en la angustia de no hacer siempre todo lo que se puede. La paradoja consiste, en que mientras se piensa que uno se está realizando, realmente uno se está autoexplotando; y lo malo ¿a quién se le puede reclamar? A veces no hay peor verdugo para sí que uno mismo.

Con el equipo de investigación de la Universidad Pedagógica constantemente nos preguntamos lo siguiente: ¿Es tan compleja la sociedad colombiana como para necesitar que se nos oriente y así vivir en ella?, ¿por qué se necesitan orientadores en la escuela? Una respuesta inicial: aunque las emociones ocuparon un papel determinante en nuestra evolución biológica, hoy en día parece que están en nuestra contra. Cada vez más necesitamos apoyo para manejarlas de manera adecuada, o por lo menos, para que no nos hagan daño. Las emociones ahora están sujetas a las vicisitudes de la evolución cultural, incluyendo toda la interacción que se presenta en la institución escolar y los problemas sociales de Colombia.

Pese a este panorama, y pese a estos interrogantes, hoy vale la pena celebrar. Paulatinamente se reconoce la relevancia de los orientadores escolares, su pensamiento, su producción académica, y por supuesto, el talante de su trabajo. Pensar la orientación como un saber escolar nos ayuda a todos a refutar la falsa idea que por años asumimos, es decir, creer que la orientación es solo un conjunto de funciones. Hoy sabemos que es mucho más que eso, es un caleidoscopio de saberes y prácticas que producen discursos sobre la formación en la escuela, incluida la de los mismos orientadores. A propósito, en otra entrevista alguien nos comentó:

“Ha sido un proceso de transformación de ser psicólogo a verme como orientador escolar. Digamos que el orientador es un eje que articula todos los demás estamentos y procesos. No solamente con los estudiantes sino con los mismos docentes, que también a veces necesitan una persona que haga las veces de polo a tierra, en muchas cosas, tanto para ellos mismos como para los problemas con los estudiantes. La comunidad educativa, los papás, los directivos, también son otras personas que necesitan ese tipo de guía y no lo encuentran a veces en ninguna otra persona sino en el orientador”.

El trabajo que nos espera es difícil, como todo lo relativo a la orientación escolar. Nuestra convicción en la Universidad Pedagógica es continuar con la comprensión de este fenómeno y construir teorías situadas que lo expliquen. También queremos contribuir a la formulación de políticas educativas afines. Pero no esperamos hacerlo aisladamente sino estudiando la orientación en contexto. Para eso esperamos su amable colaboración.

¡Felicidades a todos y a todas! 

Bogotá, D.C. 26 de febrero de 2019


[1] Coordinador del Programa de Investigación en Orientación Educativa del Departamento de Psicopedagogía de la UPN.oghernandezs@pedagogica.edu.co

Programa de Investigación en Orientación Educativa
Universidad Pedagógica Nacional. Bogotá, Colombia

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