martes, 26 de octubre de 2021
jueves, 21 de octubre de 2021
ACERCA DE LA ORIENTACIÓN VOCACIONAL INCLUSIVA
Carro Evangelista, D; Kanje, N; Kligman, C; Mieras, E; Pellanda, A
APORA - Área de
Discapacidad e Inclusión
RESUMEN
Dispuestas a explorar los nuevos escenarios que
la realidad social ofrece a la Orientación Vocacional Ocupacional, a fines del
año 2010 APORA crea el Área de
Discapacidad e Inclusión con la inspiración surgida de leyes en el campo de la
Educación, de la Salud Mental y de la nueva institucionalidad de la Convención
sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (PcD), las que garantizan
acciones en todos los escenarios de la vida de la comunidad, con los sujetos de
derecho que reconocen. Decimos explorar porque entendemos que éste es un
espacio en construcción en el que es necesario conocer al sujeto con quien
aspiramos transitar este sendero de la Orientación Vocacional Ocupacional (OVO)
y tal como propone este Congreso, aspiramos a "abrir líneas de
pensamiento". Justamente, siguiendo a Deleuze y Guattari (2005) nos
interrogamos a diario sobre cómo pensar las circunstancias que atravesamos como
orientadores ante este nuevo sujeto pensando el cómo, cuándo y dónde en este
nuevo escenario/paraje donde se produce el encuentro. Estimamos que este
encuentro requiere de un marco que lo contenga y sustente en el tiempo desde
políticas sociales definidas y estables que garanticen no sólo nuestra
intervención sino la educación en todos los niveles con accesibilidad y el
empleo con apoyo, como modos de garantizar la Inclusión en sus reales términos.
Palabras
clave: Derechos - Discapacidad - Inclusión - Orientación
- Vocación
TRABAJO
COMPLETO
El término
discapacidad viene siendo utilizado en distintos marcos conceptuales que
históricamente remitieron primeramente a la exclusión; luego a la integración y
en la actualidad a la inclusión.
La diferencia
conceptual en cada una de esas etapas amerita reflexionar respecto de sus
significados y ahondar en otros conceptos que le otorgan sentido y
especificidad más allá de lo que obviamente el término denota.
Siguiendo una línea de tiempo que inicia en la
prehistoria y llega hasta nuestros días, hemos visto una evolución de la
concepción social de la discapacidad desde el uso de los conceptos de normalidad y anormalidad como criterios de demarcación
social aplicables en los ámbitos de la familia, la escuela, las prisiones, los
hospitales, los manicomios y aún sobre el ejercicio de la sexualidad, conceptos
que implicaban diferenciación o
segregación. A veces, rayanas con el abandono; otras, con el encierro o, en el
caso extremo de Esparta en la antigua Grecia, en el frío descarte de la persona
con discapacidad así como de los enfermos y
adultos mayores a través del sacrificio de la vida por ser considerados
débiles e inútiles para la supervivencia de ese pueblo y su principal
actividad, la guerra.
Hacemos nuestras las palabras de Kusch (2007) dando
cuenta del concepto de "hedor" en relación al modo de ver a los
pueblos originarios porque se corresponden con el modo en que se estuvo
considerando a las personas con discapacidad a través de muchos siglos: “Nuestros buenos ciudadanos piensan que lo
que no es normal ni hermoso, ni pulcro (lo que es distinto) es un hedor
susceptible de ser exterminado..."
Es a partir del
Siglo XIX cuando surge la necesidad de normalizar, homogeneizar, uniformizar a algunos
colectivos de personas considerados locos, discapacitados, delincuentes, marginales
o pobres desocupados desarrollándose el concepto de anormalidad como categoría
abarcativa de toda conducta "reprobable" para los cánones de la
época. Producida la formación de los Estados Nacionales sobre los antiguos
feudos, surgen el hospital general y
los asilos de pobres como lugar de
reclusión, utilizando el encierro para los considerados "diferentes",
como espacios para adiestramiento de una fuerza de trabajo que aportaba mano de
obra sin costo y garantizaba la seguridad pública, como forma de ubicarlos dentro de lo "moral".
Cuando se crean los hospitales, surge la
medicina como herramienta de control social, constituyendo un hecho
médico-político que facilita el desarrollo del modelo médico hegemónico que
llega hasta la actualidad y aún se aplica.
Cuando el
paradigma médico se impuso de modo incuestionable, quien portara un déficit o
limitación era constituido como "persona discapacitada" y su exclusión estaba garantizada.
La segunda posguerra y su secuela de soldados heridos
e incapacitados coinciden con la creación de la Organización de las Naciones
Unidas y pone en debate la situación de las personas con discapacidad en
general. Se producen diferentes documentos que propician avances en la
consideración del tema y van siendo aplicados
en los países firmantes de los acuerdos,
promoviendo la intervención de las federaciones de organizaciones de la
sociedad civil conformadas por personas con diversas discapacidades que, bajo
el lema "Nada por nosotros sin
nosotros", se incorporaron a comisiones mixtas que debatieron los
documentos en distintos foros hasta la publicación de la Clasificación
Internacional del Funcionamiento, de la Discapacidad y de la Salud por la Organización Mundial de la Salud (CIF - 2001) que remite a los siguientes
aspectos: a) La funcionalidad versus el
“déficit” y b) El contexto y sus posibilidades de intervención frente a las
diferencias.
Por su coincidencia con el planteo de la CIF tomamos
las palabras de Berkins (2014): “La
biología no es un destino, las identidades son construcciones sociales y a
medida que avancemos en tener herramientas la sociedad irá cambiando”, porque
desde lo biológico, únicamente, no se
pueden anticipar éxitos y fracasos en los estudios, los proyectos que cada
sujeto alcanza a construir en términos de logros para habilitarse en esta vida,
para sentirse cómodo con lo que hace porque está seguro que puede hacerlo, que
puede mejorarlo, se relacionan con los deseos propios y ajenos y con los modos
singulares de sortear obstáculos que se interponen en los trayectos.
Asimismo, la activa participación de las Organizaciones
de la Sociedades Civiles (OSCs) contribuye a la sanción de la “Convención Internacional sobre los Derechos de la Persona con Discapacidad”
por la Asamblea General de las Naciones
Unidas (2006), transformada en Ley de la Nación N° 26.378 en 2008 e incorporada
al art. 75 de la Constitución Nacional en 2014.
Con estas normativas desde lo internacional y
nacional, podríamos decir, parafraseando a Kusch (2005), que las personas con
discapacidad lograron "estar situadas" en el campo de los Derechos
Humanos.
De ella, hoy nos interesan particularmente los
artículos 8° sobre la toma de Conciencia, el 24° sobre el Derecho a la
Educación y el art 27º, referido a Trabajo y Empleo en cuyos incisos d y k, se cita la Orientación Vocacional
como un derecho, lo cual enlazamos con
el art. 10° de la Ley Nacional de Educación 26.206.
La
conceptualización de las "necesidades-educativas-especiales", abrió
la propuesta a la integración, y a la consideración de la incidencia ejercida
por el contexto familiar y social en la constitución y desarrollo del déficit o
limitación. Todos los desarrollos educativos surgidos de esta conceptualización
permitían constituir el motor de una amplia política social inclusiva que, se
quedó mayormente en palabras y aún está en deuda en los hechos en cuanto no se
ha trabajado en la toma de conciencia por todas las instancias y en la difusión sostenida para
los ciudadanos en general. Siendo tan sencillo como decir que es el concepto de
INCLUSIÓN, el que abre una distancia cualitativa respecto de los tiempos
precedentes, marco para el cual: a) Todas las personas evidencian diferencias
que hacen a su singularidad y b) El
contexto es condicionante de esas diferencias por cuanto elimina
barreras o por el contrario, sostiene y/o aumenta las existentes.
Estos dos
aspectos dan lugar a una intervención sincrónica:
"aquí y ahora" y, diacrónica:
esto es, en su “historia”, construyendo
social y subjetivamente esa diferencia. Si el contexto incide y condiciona, ya
no determina, entonces las diferencias - ya no necesariamente discapacidades-
pasan a constituir posibilidades para que el contexto intervenga, por
ejemplo, minimizando obstáculos y
barreras, más que cristalizando discapacidades.
Es este lazo lo
que otorga “consistencia” al paradigma de la INCLUSIÓN y se concreta en la
legalidad de la que hoy disponemos, definiendo a todos los sujetos como sujetos
de derecho. Así como en educación,
“incluir” implicó dejar de ubicar a la Educación Especial como área en
sí misma - tales como lo son los niveles de educación inicial, primaria, media,
terciaria y universitaria - para
considerarla una modalidad que atraviesa a todas las otras áreas y niveles, así
también desde la OVO, entendemos necesario que abordar una Orientación
Vocacional Ocupacional para personas con
discapacidad adquiere sentido en función de una Orientación Vocacional Ocupacional
Inclusiva únicamente.
Así, la OVO
para personas con discapacidad se enmarca en el desafío de ahondar, construir, diseñar
propuestas, técnicas, estrategias diferenciadas y genuinamente inclusivas en
tanto surjan de re-visar qué implica la OVO en sí misma; sus pre- conceptos;
los “pre-juicios” que detentamos los orientadores y, en lo que significa “incluir” para quienes
abordan la OVO en general y no sólo para aquellos que eligen orientar a
“personas con discapacidad”.
Es desde esta
mirada que nos abocamos y convocamos a consolidar una OVO INCLUSIVA que otorgue
sentido a la implementación de toda técnica y propuesta vinculada a la
singularidad de cada consultante, todos/as inexorablemente, diferentes.
Parafraseando a Alicia Fernández (2007) sostenemos que "para que un sujeto se oriente, debe haber alguien que quiera
orientarlo, que crea que es posible y que cree condiciones para que ello
suceda".
El concepto de
inclusión implica – a diferencia del
de integración- hacer foco en el
contexto y en cómo éste impacta en cada sujeto, según las barreras y/u
obstáculos que pone en su camino, condicionando con mayor o menor intensidad la construcción
de la discapacidad y en todos los casos,
la subjetividad de las PcD. Incluir es una oportunidad de minimizar o
eliminar esas barreras. Lo cual no quiere decir
soslayar o desconocer el déficit o limitación que cada
quien detente.
Significa que el
medio opera potenciando o disminuyendo obstáculos, condicionando, construyendo discapacidades
en la medida que las potencia o bien, eliminándolas o minimizándolas.
Y cuando hablamos del contexto nos referimos
no sólo al contexto familiar, social, educativo en el cual la persona se
desarrolló sino a que el contexto somos también
nosotros en el día a día cuando aprendimos que acompañar en su
circulación a una persona con ceguera o disminución visual es preguntarle si
desea o necesita ser ayudada y si así fuera, que nos diga de qué modo.
Lo asumimos también
cuando aprendimos escuchando a PcD con sordera o disminución auditiva que
minimizar un obstáculo implica hablar de frente y pausadamente; en una disertación incorporar
LSA y/o Estenotipia, Sistemas Aumentativos de la Comunicación u otros dispositivos
tecnológicos o, simplemente recurrir a una hoja y lápiz si la persona está
alfabetizada.
Lo asumimos
también cuando respetamos los tiempos y
modalidades de personas que revisten diversas posibilidades cognitivas y que se
expresan y comunican de modos que tal
vez no del todo correctamente dicho mencionamos como: “modos no
convencionales”.
Se trata de una postura
humana que supone que todo ser
humano, para sentirse como tal, necesita ser reconocido por otro ser humano. De
ello nos habla Carlos Skliar (2008) retomando a Levinas, Levy Strauss, Patricia
Porchat y otros.
Así mismo, en nuestro
enfoque resultan centrales las conceptualizaciones de la Dra. Ana María
Fernández (2013) cuando establece la diferencia entre vulnerable y vulnerabilizado, ésta es una
construcción resultante del condicionamiento del contexto y no como una
condición natural del sujeto. Al respecto y en relación a esta histórica división entre lo natural y lo
cultural, la socióloga, historiadora y feminista Dora Barrancos (2017) -
sostiene que, en rigor, hasta carece de sentido el concepto de “naturaleza” dado que es una “construcción cultural” porque la naturaleza “no sabe” que se llama así. Las categorizaciones - necesarias o no - son
siempre producción humana.
Así, Carlos Skliar (2017)
pondera el concepto de diferencias en cuanto es lo que otorga identidad a cada
uno de nosotros. Sostiene que en lugar de ponderar esta posibilidad sin la cual
la indiferenciación nos atravesaría, mostramos casi una obsesión por los
diferentes, a los que encasillamos, agrupamos
refiriéndonos a “los sordos”, “los ciegos”, “los viejos”. “los PcD”….etc.
Como si para acercarnos y contactar con
cada uno de ellos se requiriera ser “especialista en...", es suficiente hacerlo desde nuestra condición
humana, que en definitiva es lo que nos iguala.
Ana María Fernández (2013)
propone el término multiplicidades como superador de diferencias, que involucraría
una cuestión jerárquica y generadora de desigualdad. Multiplicidades habilitaría
pensar el campo de lo heterogéneo y pluralista, es decir, asumir una perspectiva y posicionamiento no binarios.
Al respecto, Edgar
Morin (1995) desde el paradigma de la complejidad,
plantea que una enunciación es verdadera precisamente cuando su opuesta, paradójicamente, también lo es. Lo
que se aplica a los conceptos de diferencias y multiplicidades.
Sobre la importancia
del lenguaje, Jorge Larrosa (1995) – filósofo español- observa que las palabras producen sentido;
crean realidades; hacen cosas con
nosotros, son potentes mecanismos de subjetivación. Ello es porque determinan
nuestro pensamiento: no pensamos con pensamientos…pensamos con palabras,
sostiene.
Lo decimos ante la reiterada
pregunta sobre cuáles son las técnicas
necesarias en OVO para trabajar con
PcD. Si bien el lenguaje
nos hace atravesar las ambivalencias que mencionamos, es también el
lenguaje, lo comunicacional, la condición humana que posibilita y otorga sentido a toda
intervención pedagógica, orientadora, psicológica, terapéutica.
De igual modo, los
orientadores que asumen y eligen
acompañar procesos de OVO
para PcD, tendrán presente
que este proceso como todos los otros, involucra una instancia comunicacional, y que en todos
los casos tienen frente a sí a un ser humano, sujeto de derechos, de deseos y
de derecho a elegir y sobre todo ser conscientes de que utilizan un sistema comunicacional, respecto del cual es
necesario – si es que no lo estamos ya- capacitarnos para poder interactuar.
Estas dos cuestiones
básicas, invierten prioridades: y así más que pensar en qué técnicas
"especiales" utilizar, aspiramos a que los orientadores se planteen cuáles son los recursos
comunicacionales requeridos por la singularidad del consultante para poder implementar, probablemente,
las mismas técnicas, con iguales sentidos y propósitos según sea
conveniente, que desarrollaría con
cualesquier consultante, pero realizando
sobre esas técnicas y sobre el modo de comunicarlas, las adecuaciones
necesarias.
El conocimiento cabal
de las distintas discapacidades como cuadros generales, es también un espacio
necesario de formación, pero que no puede estar al servicio de perder de vista
la especificidad de la consulta sino que, contrariamente, debe enriquecer la
potencialidad de lo singular que el sujeto refiere.
Volvemos a hacer foco en el contexto con estas
reflexiones de Fernando Stern (2005) – psicoanalista argentino- que en su trabajo “El estigma y la discriminación. Ciudadanos estigmatizados, sociedades
lujuriosas” desarrolla la construcción social y comunitaria que implica la estigmatización y articula
también con los pre-juicios existentes, también construidos e indudables
condicionantes de las perspectivas que
asumimos. La viñeta, con agudeza, refleja lo dicho: “un prejuicio es un tornillo que se instala en el pensamiento y actúa
sobre la mirada”. Dicho autor plantea como hipótesis que a mayor melancolía
social y consecuente actitud lujuriosa para calmarla, se produce una mayor
tendencia a estigmatizar.
Es sumamente necesario
que nos esmeremos en ahondar respecto
de las causas por las cuales resulta tan
dificultoso eliminar barreras culturales, aun cuando a veces están dadas las
condiciones o sea relativamente sencillo
revertirlas. Desde ya que las barreras edilicias,
tecnológicas, jurídicas, pedagógicas revisten su importancia y necesariedad.
Pero, reiteramos que es inexcusable avanzar en
las razones por las que no se logra consolidar su eliminación.
Observamos que
las políticas públicas respecto de las PcD son endebles y no se ajustan a lo
legislado ni a los tratados
internacionales suscriptos y vigentes por lo que seguimos siendo parte de una sociedad que desconoce y desconoció,
durante mucho tiempo, la posibilidad de “futuro” para las “personas llamadas discapacitadas”
y su lugar como sujetos de derecho. En ese contexto quedaríamos determinados -
más que condicionados - a orientar sólo a algunos: los egresados de escuelas
“formales" y comunes y éste es el desafío que APORA asume: generar las condiciones de posibilidad para
una OVO inclusiva, que involucre a todos los orientadores más allá de aquéllos
que específicamente elijan ser los orientadores de personas con discapacidad,
entendiendo que es sólo desde allí que podremos genuinamente elegir orientar y
construir lo que cada sujeto en su singularidad y diferencia requiera para que
pueda expresar su propio proyecto y apostar a él.
Y para
fortalecer este paradigma, para oponerlo a la crueldad espartana y a todo
estigma y prejuicio que algunos intenten sostener en la actualidad y hacia el
futuro; para fundamentar el abandono del
concepto de discapacidad como aspecto negativo y mostrar los logros del
desarrollo de todas las potencialidades del ser humano, a través de la voluntad y la pasión inclaudicable, contando
con todos los apoyos necesarios, nos acompaña hoy y nos acompañará siempre el
ejemplo del joven científico nacido en Oxford en 1942, coetáneo de algunos de
nosotros, que adquirió una discapacidad progresiva motoneuronal relacionada con
la esclerosis lateral amiotrófica (ELA) y cuyo estado se fue agravando con el
paso de los años, hasta dejarlo casi completamente paralizado. Este hecho no le impidió mantener su alta actividad
científica y pública. Nos estamos refiriendo al Dr. Stephen Hawking,
recientemente fallecido en Cambridge, el pasado mes de marzo del corriente año.
Nacido y fallecido en cunas académicas.
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Discapacidad.
Ley
Nacional de Educación Nº 26.206/06.
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