jueves, 21 de octubre de 2021

ACERCA DE LA ORIENTACIÓN VOCACIONAL INCLUSIVA


 

Carro Evangelista, D; Kanje, N; Kligman, C; Mieras, E; Pellanda, A

 

APORA - Área de Discapacidad e Inclusión

 

apora.areainclusion@gmail.com

deliace@gmail.com

 

 

RESUMEN

Dispuestas a explorar los nuevos escenarios que la realidad social ofrece a la Orientación Vocacional Ocupacional, a fines del año 2010  APORA crea el Área de Discapacidad e Inclusión con la inspiración surgida de leyes en el campo de la Educación, de la Salud Mental y de la nueva institucionalidad de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (PcD), las que garantizan acciones en todos los escenarios de la vida de la comunidad, con los sujetos de derecho que reconocen. Decimos explorar porque entendemos que éste es un espacio en construcción en el que es necesario conocer al sujeto con quien aspiramos transitar este sendero de la Orientación Vocacional Ocupacional (OVO) y tal como propone este Congreso, aspiramos a "abrir líneas de pensamiento". Justamente, siguiendo a Deleuze y Guattari (2005) nos interrogamos a diario sobre cómo pensar las circunstancias que atravesamos como orientadores ante este nuevo sujeto pensando el cómo, cuándo y dónde en este nuevo escenario/paraje donde se produce el encuentro. Estimamos que este encuentro requiere de un marco que lo contenga y sustente en el tiempo desde políticas sociales definidas y estables que garanticen no sólo nuestra intervención sino la educación en todos los niveles con accesibilidad y el empleo con apoyo, como modos de garantizar la Inclusión en sus reales términos.

 

Palabras clave: Derechos - Discapacidad - Inclusión - Orientación - Vocación

 

TRABAJO COMPLETO

 

El término discapacidad viene siendo utilizado en distintos marcos conceptuales que históricamente remitieron primeramente a la exclusión; luego a la integración y en la actualidad a la inclusión.

La diferencia conceptual en cada una de esas etapas amerita reflexionar respecto de sus significados y ahondar en otros conceptos que le otorgan sentido y especificidad más allá de lo que obviamente el término denota.

Siguiendo una línea de tiempo que inicia en la prehistoria y llega hasta nuestros días, hemos visto una evolución de la concepción social de la discapacidad desde el uso de los conceptos de  normalidad y anormalidad como criterios de demarcación social aplicables en los ámbitos de la familia, la escuela, las prisiones, los hospitales, los manicomios y aún sobre el ejercicio de la sexualidad, conceptos que implicaban  diferenciación o segregación. A veces, rayanas con el abandono; otras, con el encierro o, en el caso extremo de Esparta en la antigua Grecia, en el frío descarte de la persona con discapacidad así como de los enfermos y  adultos mayores a través del sacrificio de la vida por ser considerados débiles e inútiles para la supervivencia de ese pueblo y su principal actividad, la guerra.

Hacemos  nuestras las palabras de Kusch (2007) dando cuenta del concepto de "hedor" en relación al modo de ver a los pueblos originarios porque se corresponden con el modo en que se estuvo considerando a las personas con discapacidad a través de muchos siglos: “Nuestros buenos ciudadanos piensan que lo que no es normal ni hermoso, ni pulcro (lo que es distinto) es un hedor susceptible de ser exterminado..."

Es a partir del Siglo XIX cuando surge la necesidad de normalizar, homogeneizar, uniformizar a algunos colectivos de personas considerados locos, discapacitados, delincuentes, marginales o pobres desocupados desarrollándose el concepto de anormalidad como categoría abarcativa de toda conducta "reprobable" para los cánones de la época. Producida la formación de los Estados Nacionales sobre los antiguos feudos, surgen el  hospital general y los  asilos de pobres como lugar de reclusión, utilizando el encierro para los considerados "diferentes", como espacios para adiestramiento de una fuerza de trabajo que aportaba  mano de  obra sin costo y garantizaba la seguridad pública,  como  forma de  ubicarlos dentro de lo "moral". Cuando se crean los hospitales, surge la medicina como herramienta de control social, constituyendo un hecho médico-político que facilita el desarrollo del modelo médico hegemónico que llega hasta la actualidad y aún se aplica.

Cuando el paradigma médico se impuso de modo incuestionable, quien portara un déficit o limitación era constituido como "persona discapacitada"  y su exclusión estaba garantizada.

La segunda posguerra y su secuela de soldados heridos e incapacitados coinciden con la creación de la Organización de las Naciones Unidas y pone en debate la situación de las personas con discapacidad en general. Se producen diferentes documentos que propician avances en la consideración del tema  y van siendo aplicados en los  países firmantes de los acuerdos, promoviendo la intervención de las federaciones de organizaciones de la sociedad civil conformadas por personas con diversas discapacidades que, bajo el lema "Nada por nosotros sin nosotros", se incorporaron a comisiones mixtas que debatieron los documentos en distintos foros hasta la publicación de la Clasificación Internacional del Funcionamiento, de la Discapacidad y de la Salud  por la Organización Mundial de la Salud  (CIF - 2001) que remite a los siguientes aspectos:  a) La funcionalidad versus el “déficit” y b) El contexto y sus posibilidades de intervención frente a las diferencias.

Por su coincidencia con el planteo de la CIF tomamos las palabras de Berkins (2014): “La biología no es un destino, las identidades son construcciones sociales y a medida que avancemos en tener herramientas la sociedad irá cambiando”, porque desde lo biológico, únicamente,  no se pueden anticipar éxitos y fracasos en los estudios, los proyectos que cada sujeto alcanza a construir en términos de logros para habilitarse en esta vida, para sentirse cómodo con lo que hace porque está seguro que puede hacerlo, que puede mejorarlo, se relacionan con los deseos propios y ajenos y con los modos singulares de sortear obstáculos que se interponen en los trayectos.

Asimismo, la activa participación de las Organizaciones de la Sociedades Civiles (OSCs) contribuye a la sanción de la “Convención Internacional sobre  los Derechos de la Persona con Discapacidad”  por la Asamblea General de las Naciones Unidas (2006), transformada en Ley de la Nación N° 26.378 en 2008 e incorporada al art. 75 de la Constitución Nacional en 2014.

Con estas normativas desde lo internacional y nacional, podríamos decir, parafraseando a Kusch (2005), que las personas con discapacidad lograron "estar situadas" en el campo de los Derechos Humanos.

De ella, hoy nos interesan particularmente los artículos 8° sobre la toma de Conciencia, el 24° sobre el Derecho a la Educación y el art 27º, referido a Trabajo y Empleo en cuyos  incisos d y k, se cita la Orientación Vocacional como un derecho, lo cual  enlazamos con el art. 10° de la Ley Nacional de Educación 26.206.

La conceptualización de las "necesidades-educativas-especiales", abrió la propuesta a la integración, y a la consideración de la incidencia ejercida por el contexto familiar y social en la constitución y desarrollo del déficit o limitación. Todos los desarrollos educativos surgidos de esta conceptualización permitían constituir el motor de una amplia política social inclusiva que, se quedó mayormente en palabras y aún está en deuda en los hechos en cuanto no se ha trabajado en la toma de conciencia por todas las  instancias y en la difusión sostenida para los ciudadanos en general. Siendo tan sencillo como decir que es el concepto de INCLUSIÓN, el que abre una distancia cualitativa respecto de los tiempos precedentes, marco para el cual: a) Todas las personas evidencian diferencias que hacen a su singularidad y b) El  contexto es condicionante de esas diferencias por cuanto elimina barreras o por el contrario, sostiene y/o aumenta las existentes.

Estos dos aspectos dan lugar a una intervención sincrónica: "aquí y ahora"  y,  diacrónica: esto es,  en su “historia”, construyendo social y subjetivamente esa diferencia. Si el contexto incide y condiciona, ya no determina, entonces las diferencias - ya no necesariamente discapacidades- pasan a constituir posibilidades para que el contexto intervenga, por ejemplo,  minimizando obstáculos y barreras, más que cristalizando discapacidades.

Es este lazo lo que otorga “consistencia” al paradigma de la INCLUSIÓN y se concreta en la legalidad de la que hoy disponemos, definiendo a todos los sujetos como sujetos de derecho. Así como en educación,  “incluir” implicó dejar de ubicar a la Educación Especial como área en sí misma - tales como lo son los niveles de educación inicial, primaria, media, terciaria y universitaria -  para considerarla una modalidad que atraviesa a todas las otras áreas y niveles, así también desde la OVO, entendemos necesario que abordar una Orientación Vocacional  Ocupacional para personas con discapacidad adquiere sentido en función de una Orientación Vocacional Ocupacional Inclusiva únicamente.

Así, la OVO para personas con discapacidad se enmarca en el desafío de ahondar, construir, diseñar propuestas, técnicas, estrategias diferenciadas y genuinamente inclusivas en tanto surjan de re-visar qué implica la OVO en sí misma; sus pre- conceptos; los “pre-juicios” que detentamos los orientadores y,  en lo que significa “incluir” para quienes abordan la OVO en general y no sólo para aquellos que eligen orientar a “personas con discapacidad”.

Es desde esta mirada que nos abocamos y convocamos a consolidar una OVO INCLUSIVA que otorgue sentido a la implementación de toda técnica y propuesta vinculada a la singularidad de cada consultante, todos/as inexorablemente, diferentes. Parafraseando a Alicia Fernández (2007) sostenemos que "para que un sujeto se oriente, debe haber alguien que quiera orientarlo, que crea que es posible y que cree condiciones para que ello suceda".

El concepto de inclusión  implica – a diferencia del de  integración- hacer foco en el contexto y en cómo éste impacta en cada sujeto, según las barreras y/u obstáculos que pone en su camino, condicionando con mayor o menor intensidad la  construcción  de la discapacidad y en todos los casos,  la subjetividad de las PcD. Incluir es una oportunidad de minimizar o eliminar esas barreras. Lo cual no quiere decir  soslayar  o  desconocer el déficit o limitación que cada quien detente.

Significa que el medio opera potenciando o disminuyendo obstáculos, condicionando, construyendo discapacidades en la medida que las potencia o bien, eliminándolas  o minimizándolas.

 Y cuando hablamos del contexto nos referimos no sólo al contexto familiar, social, educativo en el cual la persona se desarrolló sino a que el contexto somos también  nosotros en el día a día cuando aprendimos que acompañar en su circulación a una persona con ceguera o disminución visual es preguntarle si desea o necesita ser ayudada y si así fuera, que nos diga de qué modo.

Lo asumimos también cuando aprendimos escuchando a PcD con sordera o disminución auditiva que minimizar un obstáculo implica hablar de frente y  pausadamente; en una disertación incorporar LSA y/o Estenotipia, Sistemas Aumentativos de la Comunicación u otros dispositivos tecnológicos o, simplemente recurrir a una hoja y lápiz si la persona está alfabetizada.

Lo asumimos también  cuando respetamos los tiempos y modalidades de personas que revisten diversas posibilidades cognitivas y que se expresan y comunican  de modos que tal vez no del todo correctamente dicho mencionamos como: “modos no convencionales”.

Se trata de  una postura  humana  que supone que todo ser humano, para sentirse como tal, necesita ser reconocido por otro ser humano. De ello nos habla Carlos Skliar (2008) retomando a Levinas, Levy Strauss, Patricia Porchat y otros.

Así mismo, en nuestro enfoque resultan centrales las conceptualizaciones de la Dra. Ana María Fernández (2013) cuando establece la diferencia entre vulnerable y  vulnerabilizado, ésta es una construcción  resultante del  condicionamiento del contexto y no como una condición natural del sujeto. Al respecto y en relación a  esta histórica división entre lo natural y lo cultural, la socióloga, historiadora y feminista Dora Barrancos (2017) - sostiene que, en rigor, hasta carece de sentido el concepto de “naturaleza” dado que es una “construcción  cultural” porque la naturaleza “no sabe”  que se llama así.  Las categorizaciones - necesarias o no -  son  siempre producción humana.

Así, Carlos Skliar (2017) pondera el concepto de diferencias en cuanto es lo que otorga identidad a cada uno de nosotros. Sostiene que en lugar de ponderar esta posibilidad sin la cual la indiferenciación nos atravesaría, mostramos casi una obsesión por los diferentes, a los que encasillamos, agrupamos  refiriéndonos a “los sordos”, “los ciegos”, “los viejos”. “los PcD”….etc. Como si para acercarnos y contactar con  cada uno de ellos se requiriera ser “especialista en...",  es suficiente hacerlo desde nuestra condición humana, que en definitiva es lo que nos iguala. 

Ana María Fernández (2013) propone el término multiplicidades como superador de diferencias, que involucraría una cuestión jerárquica y generadora de desigualdad. Multiplicidades habilitaría pensar el campo de lo heterogéneo y pluralista, es decir, asumir una  perspectiva y posicionamiento no  binarios.

Al respecto, Edgar Morin (1995) desde  el paradigma de la complejidad, plantea que una enunciación es verdadera  precisamente cuando  su opuesta, paradójicamente, también lo es. Lo que se aplica a los conceptos de diferencias y multiplicidades.

Sobre la importancia del lenguaje, Jorge Larrosa (1995) – filósofo español-   observa que las palabras producen sentido; crean realidades;  hacen cosas con nosotros, son potentes mecanismos de subjetivación. Ello es porque determinan nuestro pensamiento: no pensamos con pensamientos…pensamos con palabras, sostiene.

Lo decimos ante la reiterada pregunta sobre cuáles son  las técnicas necesarias en OVO  para trabajar con PcD.  Si bien  el lenguaje  nos hace atravesar las ambivalencias que mencionamos, es también el lenguaje, lo comunicacional, la condición humana que   posibilita y otorga sentido a toda intervención pedagógica, orientadora, psicológica, terapéutica.

De igual modo,  los  orientadores que asumen y eligen  acompañar procesos  de OVO para  PcD, tendrán  presente  que este proceso como todos los otros, involucra  una instancia comunicacional, y que en todos los casos tienen frente a sí a un ser humano, sujeto de derechos, de deseos y de derecho a elegir y sobre todo ser conscientes de que utilizan un  sistema comunicacional, respecto del  cual  es necesario – si es que no lo estamos ya- capacitarnos para poder interactuar.  

Estas dos cuestiones básicas, invierten prioridades: y así más que pensar en qué técnicas "especiales" utilizar, aspiramos a que los orientadores  se planteen cuáles son los recursos comunicacionales requeridos por la singularidad del  consultante para poder implementar, probablemente, las mismas técnicas, con iguales sentidos y propósitos según sea conveniente,  que desarrollaría con cualesquier  consultante, pero realizando sobre esas técnicas y sobre el modo de comunicarlas, las adecuaciones necesarias.

El conocimiento cabal de las distintas discapacidades como cuadros generales, es también un espacio necesario de formación, pero que no puede estar al servicio de perder de vista la especificidad de la consulta sino que, contrariamente, debe enriquecer la potencialidad de lo singular que el sujeto refiere.

Volvemos  a hacer foco en el contexto con estas reflexiones de Fernando Stern (2005) – psicoanalista argentino-  que en su trabajo “El estigma y la discriminación. Ciudadanos estigmatizados, sociedades lujuriosas” desarrolla la construcción social y comunitaria  que implica la estigmatización y articula también con los pre-juicios existentes, también construidos e indudables condicionantes de las  perspectivas que asumimos. La viñeta,  con agudeza,  refleja lo dicho: “un prejuicio es un tornillo que se instala en el pensamiento y actúa sobre la mirada”. Dicho autor plantea como hipótesis que a mayor melancolía social y consecuente actitud lujuriosa para calmarla, se produce una mayor tendencia a estigmatizar.

Es sumamente necesario que nos esmeremos en  ahondar respecto de  las causas por las cuales resulta tan dificultoso eliminar barreras culturales, aun cuando a veces están dadas las condiciones o  sea relativamente sencillo revertirlasDesde ya que las barreras edilicias, tecnológicas, jurídicas, pedagógicas revisten su importancia y necesariedad. Pero, reiteramos que es inexcusable avanzar en  las razones por las que no se logra consolidar su eliminación.  

Observamos que las políticas públicas respecto de las PcD son endebles y no se ajustan a lo legislado ni a los  tratados internacionales suscriptos y vigentes por lo que seguimos  siendo parte de una sociedad que desconoce y desconoció, durante mucho tiempo, la posibilidad de “futuro” para las “personas llamadas discapacitadas” y su lugar como sujetos de derecho. En ese contexto quedaríamos determinados - más que condicionados - a orientar sólo a algunos: los egresados de escuelas “formales" y comunes y éste es el desafío que APORA asume:  generar las condiciones de posibilidad para una OVO inclusiva, que involucre a todos los orientadores más allá de aquéllos que específicamente elijan ser los orientadores de personas con discapacidad, entendiendo que es sólo desde allí que podremos genuinamente elegir orientar y construir lo que cada sujeto en su singularidad y diferencia requiera para que pueda expresar su propio proyecto y apostar a él.

Y para fortalecer este paradigma, para oponerlo a la crueldad espartana y a todo estigma y prejuicio que algunos intenten sostener en la actualidad y hacia el futuro;  para fundamentar el abandono del concepto de discapacidad como aspecto negativo y mostrar los logros del desarrollo de todas las potencialidades del ser humano, a través de la  voluntad y la pasión inclaudicable, contando con todos los apoyos necesarios, nos acompaña hoy y nos acompañará siempre el ejemplo del joven científico nacido en Oxford en 1942, coetáneo de algunos de nosotros, que adquirió una discapacidad progresiva motoneuronal relacionada con la esclerosis lateral amiotrófica (ELA) y cuyo estado se fue agravando con el paso de los años, hasta dejarlo casi completamente paralizado. Este  hecho  no le impidió mantener su alta actividad científica y pública. Nos estamos refiriendo al Dr. Stephen Hawking, recientemente fallecido en Cambridge, el pasado mes de marzo del corriente año. Nacido y fallecido en cunas académicas.

 

Referencias bibliográficas

 

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Larrosa, J. (1995)  “Escuela, poder y subjetivación”. Madrid, España: Ed. La Piqueta, Colección Genealogía del poder.

 

Müller, M. (2012) “Orientación Vocacional. Aportes clínicos y educacionales”  Buenos Aires, Argentina: Editorial Bonum (2ª edición).

 

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Skliar, C.; Téllez, M. (2008) “Conmover la educación. Ensayos para una pedagogía de las diferencia”. Buenos Aires, Argentina: Ed. Noveduc.

Skliar, C. (2017) “Pedagogías de las diferencias” Buenos Aires, Argentina: Ed.  Noveduc/Perfiles

Stern, F. (2005) “El estigma y la discriminación. Ciudadanos estigmatizados, sociedades lujuriosas”. Buenos Aires, Argentina: Editorial Novedades educativas.

Barrancos, D. (2017) “Género y Educación” 4to Encuentro Ciclo de Charlas “Praxis en diálogo. Por  una educación pública y popular. Organizados por CEIP-  Cooperativa de Educadores e Investigadores-  Bachillerato Popular IMPA 21/08/2017 .CABA

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Nex Ciencia (2018) “La astrofísica pierde una estrella” Stephen Hawking. Recuperado de http://nexciencia.exactas.uba.ar 14/03/ 2018

Ley 26.378/08 - Convención Internacional sobre los Derechos de la Persona con Discapacidad.

Ley Nacional de Educación Nº 26.206/06.

 

JOSÉ NAVA ORTIZ

  (Resumen curricular) FORMACIÓN ACADÉMICA: -           Profesor de Educación Primaria de la Escuela Normal “Manuel Ávila Camacho” ...